Cómo desarrollar tu auto-conocimiento

Esta habilidad, aunque puede no ser la obvia para poner en nuestro plan de desarrollo personal, es el comidín de nuestro desarrollo en todas las demás. Por ejemplo, mejorando nuestra capacidad de liderarnos a nosotros mismos o a los demás. 

Si nuestro nivel de autoconsciencia es bajo, no somos capaces de modular nuestros comportamientos en nuestra interacción con los demás. Lo que puede generar barreras en nuestro éxito laboral y personal.  

Si nos conocemos a nosotros mismos podemos asumir las riendas de nuestro desarrollo personal. Adaptando nuestro estilo y trabajando para desarrollar aquellas áreas que nos gustaría mejorar o que son necesarias para progresar en nuestro entorno. 

El autoconocimiento no es una habilidad cualquiera que se pueden aprender y ya está. Es un proceso constante de auto-observación, entendimiento y adaptación.  

Las personas somos complejas. Tenemos cualidades que son evidentes para nosotros mismos y los demás. Nuestro subconsciente, sutil y discreto, tiene una gran influencia en nuestras vidas y ese efecto no es nada fácil de identificar. El subconsciente afecta a todo lo que somos: nuestra identidad, valores, creencias, sentimientos, pensamientos, lenguaje y comportamiento. Por eso, aunque no podamos decir que lo sabemos todo acerca de nosotros, si prestamos atención, podemos reconocernos lo más objetivamente posible. Y así, ser vez menos victimas de nuestra propia naturaleza. 

Las muñecas rusas, o muñecas Matryoskas, podrían ser un buen símil para imaginar en el autoconocimiento. Son algo único y a la vez tiene formas individualmente distintas en diferentes profundidades. Cuanto más interior la muñeca, más difícil es acceder a ella. 

Primera capa: Entender cómo nos perciben los demás. 

Este aspecto del autoconocimiento lleva muchos años bien arraigado en nuestra cultura laboral. La gran mayoría de nosotros utilizamos el feedback (del que hablaremos bastante en otra ocasión), o percepción de los demás, para adaptar nuestro comportamiento y mejorar los resultados.  

Cuanto más feedback recibimos, más probable es que la imagen que tenemos de nosotros mismos se acerque a la que tienen los demás. Para que esto ocurra necesitamos estar abiertos a escuchar, por difícil que nos sea a veces aceptar lo que nos dicen. En mi experiencia, cuanto más nos resistimos a un mensaje o crítica en concreto, más probable es que haya algo de verdad en él que necesitemos trabajar. A demás, en las cosas que nos sacan de nuestras casillas de los demás podemos encontrar muchas de nuestras propias oportunidades de mejora. 

Todos tenemos cualidades maravillosas y también otras menos positivas que nos cuesta reconocer. El estar dispuesto a aceptar esas partes oscuras es esencial si queremos fomentar nuestro autoconocimiento. No para intentar ser perfectos y eliminar aquellas características que no nos gustan. Sino para aprender a mitigar el impacto negativo que esas cosas tienen en nosotros y nuestro entorno. 

Segunda capa: Conectar con nuestros sentimientos 

Creo que existen pocas personas que están realmente conectadas con sus sentimientos, o si las hay todos experimentamos momentos de desconexión. Durante la niñez aprendemos a ocultar nuestras emociones y a lo largo de la vida continuamos reprimiendo sentimientos para sobrevivir y encajar en nuestro entorno.  

Solemos estar muy ocupados cumpliendo con las responsabilidades que nos marca nuestra realidad por lo que no siempre paramos para observar cómo nos sentimos. Para muchos de nosotros nuestro mundo emocional interior nos puede desapercibido. Esta desconexión puede dar lugar a consecuencias que pueden llegar a ser graves. Pudiendo llegar un momento en nuestras vidas en las que este tapón de sentimientos explota llevándonos a una situación extrema. Donde aparece una crisis, burn-out, depresión o problema físico de salud.  

Los sentimientos cumplen una misión. Si somos capaces de intimar con ellos, nos pueden ayudar a detectar qué hay en nuestras vidas que necesitamos cambiar o hacer de manera diferente. Gestionando mejor nuestro comportamiento, mejorando nuestras relaciones con los demás, y tomando mejores decisiones. 

El ser capaz de conectar con nuestros sentimientos puede ayudarnos a dejar que transiten en lugar de bloquearlos y así gestionar nuestros niveles de estrés mejorando nuestra salud y bienestar.  

Tercera capa: Conocer nuestro estilo o personalidad 

Aunque cada persona es única, existen arquetipos de personalidad que nos ayudan a entenderlas en torno a las características más notables y comunes en nuestro estilo y comportamientos.  

Hay diferentes teorías (como el eneagrama de la personalidad) y herramientas disponibles que nos pueden ayudar. Si te interesa este tema no es difícil encontrar información muy interesante y útil. Familiarizarnos con estos arquetipos tiene varias ventajas.  

La personalidad no se puede cambiar. No existe un tipo de personalidad perfecta o ideal, todas tienen sus ventajas y sus retos. Todos somos, en mayor o menor medida, esclavos de nuestro estilo de personalidad. 

En nosotros, podemos reconocer los comportamientos inherentes en nuestra personalidad. Identificando las tendencias que, sin darnos cuenta, tenemos en nuestra conducta.  

Siendo consciente de ellas, es más fácil adaptar nuestro comportamiento. Sin dejarnos llevar ciegamente por nuestra naturaleza, cuando no es apropiado o beneficioso para la situación.  

En los demás, reconocer las diferencias causadas por la personalidad puede ayudarnos a ser más tolerantes y compasivos. En muchas ocasiones nos echamos las manos a la cabeza a causa de lo que alguien dice o hace, sin entender cómo pueden actuar de esa manera. Reconocer que todos tenemos un programa diferente nos puede ayudar a aceptar otros comportamientos aunque no sean de nuestro agrado. 

Última capa: Identificar y satisfacer nuestras necesidades 

En la capa más profunda del autoconocimiento, están nuestras necesidades propias. A menudo ocultas bajo el peso de todo lo que hemos ido adquiriendo durante nuestras vidas. Lo que nuestros padres quisieron para nosotros, lo que nuestras parejas o hijos necesitan, lo que pensamos que tenemos que hacer para que nos quieran y nos acepten.  

Conocer esta capa más profunda requiere reflexión, introspección y sensibilidad para identificar qué cosas nos causan dolor. Por ejemplo, si en entorno en el que operamos no tiene unos valores que compartimos. O el trabajo que hacemos no aprovecha nuestros talentos o requiere aptitudes que no se dan de forma natural en nosotros. 

El llegar al interior de la muñeca y vislumbrar las necesidades que verdaderamente nacen de nosotros es el principio de una bonita historia de amor. Una historia en la que nos cuidamos a nosotros mismos y al mismo tiempo podemos cuidar de los demás tanto en casa y en el trabajo. 

En resumen, el autoconocimiento puede aportarnos mucho valor en nuestras vidas privadas además de ayudarnos a desarrollar capacidades blandas que son están muy cotizadas en nuestro entorno laboral. Puede que tengamos una de las cuatro áreas más desarrollada que las demás. Sin embargo, poniendo nuestra atención a las cuatro áreas podemos potenciar esta capacidad así como sentirnos bien personal y profesionalmente. 

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