Cuidado, tu juez interno es más severo contigo
Al interactuar con el mundo analizamos todo nuestro alrededor, situaciones y personas. Parte de este reconocimiento de campo incluye el formar opiniones o juicios acerca de absolutamente todo lo que nos encontramos. Es cómo si nos pasáramos la vida etiquetando las cosas como buenas o malas; correctas o equivocadas; bonitas o feas. Es algo tan normal que ni siquiera nos damos cuenta en la mayoría de las ocasiones.
Este comportamiento es natural y nos ayuda a navegar el mundo en que vivimos, tomando decisiones y guiando nuestras acciones cómo si de una brújula se tratara. En este sentido, las opiniones son útiles. Pero ojo que pueden tener consecuencias no deseadas.
Primero, nuestras opiniones o juicios nunca representan la verdad absoluta, que por cierto no existe. Dependen de nuestra trayectoria de vida y de la información que tenemos a nuestra disposición, que nunca es completa.
Segundo, si somos demasiado rígidos con nuestros juicios cerramos la puerta a muchas cosas que pueden ser positivas en nuestra vida. Aprender a ver nuevos puntos de vista nos puede hacer crecer mucho personalmente.
Tercero, ese juez interno que pasa sentencia a todos no sólo es duro con los demás sino sobre todo con nosotros mismos. Vivir bajo la tiranía de un juez interno exigente puede causarnos mucho dolor. Este dolor se manifiesta en inseguridades, rigidez, stress y mucho más.
Así que la próxima vez que observes algo o alguien y emitas juicios pregúntate:
- ¿Qué me aporta el emitir este juicio?
- ¿Estarían todos de acuerdo conmigo?
- ¿Cómo se manifiesta este juicio hacia mi mism@?
El primer paso es darnos cuenta y el segundo el empezar a darle menos importancia a ese juez que vive dentro de nosotros para que pierda poder sobre nuestras acciones. El liberarnos de ese tirano puede ser maravilloso para nosotros mismos y las personas a nuestro alrededor. ¡Pruébalo!
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