¿Sufres de estrés?

Si me hubieran preguntado eso hace unos años, yo hubiera contestado que no. Sin embargo cada viernes por la tarde las mandíbulas me dolían y, al quedarme dormida, se cerraban con tal portazo que hasta me despertaba el golpe. Y algún tiempo después llegué al burn-out.

Podemos estar tan metidos en la vorágine de nuestras realidades diarias que no escuchamos a nuestro cuerpo ni nos damos cuenta de los muchos signos de estrés que se manifiestan en nosotros, tanto a nivel físico como emocional.

¿Cómo aparece en ti el estrés? Si tienes respuesta a esta pregunta la buena noticia es que, si tú ya sabes que sufres de estrés, puedes hacer muchas cosas para intentar prevenirlo.

Las causas de nuestro estrés pueden ser muchas y dependen de nuestras circunstancias. Abandonar las cosas que nos producen estrés no siempre es posible ni tampoco creo que sea la solución. Por eso, nuestro bienestar depende de las estrategias que usemos para mitigar las causas de nuestro estrés.

Si tú eres de los que crees que no sufres de estrés, no pierdes nada observándote por si las moscas. Cuando prestamos atención en nuestro día a día, podemos observar qué situaciones en concreto nos producen el subidón de cortisol.  Los síntomas físicos pueden tomar muchas formas. Algunos comunes son: tensión en la sienes, espalda o cuello; opresión el pecho o cambios en la respiración. En mi caso, cuando empecé a prestar atención identifiqué claramente qué situaciones o personas acentuaban mi respuesta física ante el estrés.

Una vez cazados los delincuentes podrás crear tus propias estrategias adatándote a tus circunstancias. Comparto contigo algunas de las estrategias que yo he utilizado con éxito.

Marca límites saludables – A veces trabajamos incansablemente hasta un punto dónde la productividad y calidad de nuestro trabajo deja mucho que desear. Esto, además de ser poco beneficioso para nuestro trabajo, daña nuestro bienestar. Decide tú como marcar esos límites, por ejemplo yo a veces ponía “volver a casa” en mi agenda para marcar esos límites saludables. Ahora que muchos de nosotros estamos trabajando desde casa creo que esto es más importante que nunca.

Una sola actividad en cada momento – Durante mucho tiempo hemos aspirado a la “multitarea” y llevar cuantas más cosas adelante mejor. Hasta nos jactamos de ello ante los demás. En mi experiencia, la multitarea produce exactamente lo contrario. Desperdiciamos tiempo retomando tareas, deterioramos concentración para hacer las cosas bien y nos sentimos frustrados. Usar el modo de “Trabajar sin conexión” en Outlook o desactivar las notificaciones de email en el teléfono, pueden ser buenas estrategias para no estar constantemente distraído por notificaciones.

Agenda espacios para imprevistos – En la mayoría de trabajos, resulta prácticamente imposible tener un plan y seguirlo al pie de la letra. Nos bombardean con interrupciones o imprevistos cada día. Son aspectos intrínsecos de nuestro trabajo así que si no creamos espacio para ello en nuestro plan diario podemos terminar derrotados ante el tsunami.

Inclúyete a ti mism@ en tu lista de prioridades – A veces tenemos el propósito de hacer algo que nos guste después del trabajo. A menudo cancelando en el último momento porque requerimientos surgen en el trabajo. Cuidarnos a nosotros mismos también es una responsabilidad. Si no nos cuidamos lo suficiente el stress puede dar paso al temido “burn-out”, por no mencionar nuestros niveles de motivación y disfrute de la vida.

El estrés es una cruda realidad del mundo en que vivimos. Nadie va a venir desde fuera a solventarte tus problemas de estrés. Tu salud y bienestar dependen de tu capacidad para ser proactiv@ definiendo y cumpliendo estrategias propias. ¡Está en tus manos!

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